martes, 15 de diciembre de 2009

Justificación

    
     La evolución de la sociedad en el último siglo, en consonancia con la evolución económica, ha basculado de un sistema de producción primario y agrario, pasando por un sistema básicamente industrial a convertirnos en una sociedad, principalmente, de servicios. Ello ha hecho, en el caso particular de Carral y Villar, que las familias, dedicadas desde siempre a la agricultura, con una mecanización inexistente requirieran grandes aportaciones de mano de obra concretadas en familias numerosas para garantizar el desarrollo del trabajo. Con todo y con eso, los esfuerzos y sacrificios para extraer el fruto a la sementera eran ímprobos y todas las ayudas pocas. La expansión del regadío, la ausencia de mecanización, la inexistencia de otras alternativas unidas a la explosión demográfica tras la guerra hicieron que allá por mediados del siglo XX, la zona adquiriese su más elevado nivel demográfico. Ese punto de inflexión marcó un antes y un después ya que la tendencia de crecimiento continuo hasta ese momento se invirtió progresando en sentido inverso hasta hoy en día en que basta darse una vuelta por el pueblo para apreciar la inexistencia de dos generaciones que han sido, literalmente, borradas del mapa.


    
     Todo esto para decir que el pueblo se queda sin gente, lo cual es lógico y normal de acuerdo con la evolución natural. Los que por un motivo u otro nacimos en el mismo y decidimos o nos vimos obligados a seguir nuestro camino en otras localizaciones, tenemos ya unos ciertos años y, una vez superadas las tonterías de la juventud (nuestra juventud), y miramos atrás nos queda un sabor agridulce. Dulce por nuestros recuerdos, por la impronta que en nosotros han dejado nuestros abuelos, nuestros padres. Agria porque lo vivimos no lo verán nuestros hijos y porque dudamos que seamos capaces de hacer con ellos lo que nuestros padres hicieron con nosotros. Es muy probable también que en esta transmisión de conocimientos algo se nos quede en el tintero. Quizás lo más importante que es ese entorno que todo lo configura, todo lo marca y lo define.

     Este entorno tiene muchos nombres propios y todos se localizan aquí; Carral, Villar, Barrientos, Nistál, Celada, Castrillo, Riego, San Felix, Posadilla, Villarnera, Santibañez, La Isla, Toral, Toralino, Castro….. Todos ellos son nombres de historias, de parentescos, de sucesos y sucederes, de personas, de fiestas, de bautizos, bodas y defunciones. Todo ello transmitido por nuestros abuelos en su momento, vivido cada uno en su propia intensidad, retransmitido ahora por nuestros padres, por esa llamada telefónica que nos cuenta que Tal o Pascual ha muerto y que es el cordón umbilical que nos sigue conectando a la vida, a nuestra vida y a nuestro pueblo.

     Vaya por delante la promesa de contribuir a la transmisión. Si con esta contribución evitamos que algún conocimiento se pierda ya sería un logro por si mismo, si conseguimos ilustrar la curiosidad de alguien podremos considerar otro objetivo cumplido y si, con la información siempre objetiva, transmitimos algo de de la herencia menos objetiva de nuestros antecesores sería como …..para dar palmadas con las orejas.



     Lo que nos falta en conocimiento lo tenemos en ilusión y, aunque con la intención no basta, puede que en algún caso, cometamos errores o equivocaciones, solicitamos comprensión en esos casos y agradecemos la ilustración si es de su interés. En definitiva ya va siendo hora de dejarse de prolegómenos y cojamos el toro por los cuernos;



img: Fiestas 2005

Próxima entrada “Todo pertenece a las aguas” introducción a una serie de monografías relativas a la relación del agua con la tierra, el río tuerto, el sindicato de los tres concejos y el pantano de Villameca.



Zaragoza a 18 de enero del 2009



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