domingo, 21 de marzo de 2010

Origen y razón del escudo de Carral y Villar


Hace ya un cierto número de años Jose y yo estábamos bañándonos en el Órbigo durante las convivencias estivales de Los Palotinos. Uno de los curas que nos educaban, el Padre José Rebaque nos cuenta que ha recogido testimonios de mayores en su pueblo que hacían referencia al hecho de que San Cristobal y Carral habían seguido caminos paralelos tanto en su nacimiento como en su desarrollo.

El origen de Carral es Villar como el de San Cristóbal es La Polantera (carta puebla entera) Basándonos solamente en el nombre, podemos constatar la existencia de Villar como casa de campo y explotación agraria de una familia Astorgana acomodada en tiempos de los romanos, hablamos de los alrededores del año 0 de nuestra era, cuando Astorga pasa de ser cuartel a ser ciudad. De antes, nada sé. Castrillo de las Piedras tiene claras connotaciones prerromanas y pudiera ser que Villar, San Felix, Posadilla y Barrientos ya apuntasen como explotaciones agrarias ligadas al castro. Vete tú a saber.

A partir de aquí todo es dudoso, según referencias consultadas en la BN parece ser que en tiempos de la repoblación de Astorga y aledaños por el Conde de Gatón, personaje interesante donde los haya, existió río abajo de Astorga una población “asentamiento principal con dos iglesias abandonadas desde hace dos siglos” que recuperó y restauró un pariente del Conde en el año 854, que bien pudiera ser Villar... o ya me gustaría a mi. 100 años después el 29 de abril del 958 el monasterio berciano de San Cosme y San Damián de Burbia compra tierras en Barrientos y Posadilla. El 20 de Diciembre del 1069 Barrientos finaliza la construcción de la iglesia a la advocación de San Martín de Tours (ya hablaremos de este santo y de la antigua iglesia de Barrientos en otra ocasión).

Las escasas referencias escritas de las siguientes épocas nos llevan a la tradición oral que sitúa una casa solariega con iglesia, abadía e instalaciones anejas justo en el entorno actual de la majada y el prao de la Cruz. Lugar donde también se situaba un molino (existente aún a mediados del S.XVIII según el catastro del Marqués de la Ensenada), todo ello propiedad del Marqués del Junco, del que todos hemos oído hablar en algún momento.

De aquí al escudo sólo hay un paso, en la capilla de San Bernardino del Convento de San Francisco en Astorga (desde la guerra de la independencia convento de los Redentoristas) existe un enterramiento de los “Junco” con una piedra armera aún comprensible y el siguiente latín esculpido en ella Nobilium Juncorum Ossa-hic Reposuit Mors Exossa-Aliam Vitam Sunt Exorssa-Deprecare Sit Gloriosa o lo que es lo mismo “De los nobles Juncos las cenizas – Guardó aquí la muerte odiosa – Comenzaron otra vida – Rogad les sea gloriosa”.

De dicha piedra, de mi interpretación en base a otros escritos y documentos heráldicos pongo color al escudo de los Junco y por extensión al de Carral y Villar. En campo azul, águila negra, perfilada, picada y membrada de oro; superada en jefe de una flor de lis del mismo metal, y en punta de una alcachofa también de oro, tallada y hojada de oro. La bordura es de oro y la cadena de azur.

Eran tiempos de cambio, tiempos de gestas y grandes acciones, era el tiempo de los hombres. Las grandes órdenes militares habían acudido en defensa del reino cristiano y su ejemplo era causa de envidia y admiración. El camino de Santiago era un ir i venir de historias, de grandes batallas allende del Mediterráneo. Las batallas de aquí se tornaban pequeñas en comparación con las de Tierra Santa.

En una mañana fría, Sanz del Junco junto con su primogénito, varios caballeros de la comarca y sirvientes con pertrechos respondieron a la llamada de Roma. Intuían un largo camino antes de cumplir sus promesas; Jerusalem, Belén, Nazaret, Cafarnaúm, el lago Tiberiades, el río Jordán... Aconsejado por el Tenente de Cornatel seguirían el camino de Santiago hasta cruzar Roncesvalles. Desde allí hasta Marsella y una vez en Marsella en barco hasta San Juan de Acre, puerta de Tierra Santa. Las cartas de crédito de los Templarios eran buena compañía para el camino ya que les garantizaban fondos y ayuda de ser precisa.

Entre bromas y brumas, van completando etapas, ya están en el territorio de la sacra dinastía de los Capetos. La católica Francia cuna de Templarios y Hospitalarios. Varios días atravesando bosques, y vadeando ríos. Agotada la jornada se acercan a una pequeña población a la protección de un castillo donde buscarán acomodo a hombres y animales. Al cruzar un pequeño puente un alboroto llama su atención. En el centro del grupo, una mujer con los ropajes sucios y rotos soporta a pié firme insultos y vejaciones. -¡Seguidme!- tras Sanz sus compañeros se abren paso entre la gente interponiendo sus caballos entre esta y la mujer. En ningún sitio está bien visto que los extranjeros se entrometan en las cosas del lugar y así se lo hacen saber enviándoles a los leoneses una lluvia de piedras y vegetales que más mal que bien soportan la granizada sin la ayuda de sus escudos y armaduras que han quedado atrás. Con moratones y magulladuras y con la ayuda de sus caballos consiguen salir con vida. Al galope dejan el pueblo y, a resguardo de las malas intenciones, descabalgan para recomponer y recomponerse de la buena tunda que les acaban de propinar.

-Soy la viuda del conde de Foix, señor del castillo y la villa que habéis dejado-. La viuda se confiesa también prima del rey de Francia en cuyo nombre gobernaba con su esposo fallecido la comarca, pero a la muerte de este los antiguos señores la acusaron de adulterio ante sus vasallos y con la traición y ayuda de su castellano consiguieron arrebatarle la fortaleza y, de no haber sido por la intervención de los leoneses, le habrían arrebatado también la vida.

Tras la loma una gran polvareda les anuncia que una tropa se acerca a galope tendido. Los caballeros aprestan sus armas, no tiene objeto escapar y en las condiciones en que están tampoco llegarían muy lejos, así que mejor vender cara la piel que te acuchillen huyendo. Ya las primeras mesnadas se dejan ver y en su frente ondean las armas del rey de Francia que conocedor de la situación en que quedaban sus dominios envía un cuerpo de su ejército en auxilio de su prima.

La historia acaba con la entrega de la ciudad y armas, el ajusticiamiento de los revoltosos y en premio y justa recompensa por nobleza e hidalguía le otorgan a Sanz del Junco una flor de lis que desde entonces coronará al águila de sus armas.

Dice un refrán antiguo; “Lo que en la leche se mama, en la mortaja se derrama”.


Para ponerle música a esta entrada valoré algunos artistas con solera, Eduardo Paniagua, maestro en la recuperación de sones e instrumentos de la gran riqueza sefardita, andalusí y bajo medieval, EVO un grupo de referencia para mí en la rica música medieval del Langue D´oc y Nordeste de España, su serie Istampitta de danzas me parece francamente buena. Sin embargo al final me decanté por Corvus Corax (cuervo común) aunque nada más sea por mostrar otra cara de la interpretación de música medieval. Corvus Corax es un grupo alemán espectacular en sus puestas en escena. El tema es Saltarello, danza instrumental anónima del SIV.


Hoy, más que una pintura, hablaremos de una obra pictórica completa, conocida como la capilla Sixtina del románico, el panteón de los reyes de San Isidoro en León merecería una entrada en exclusiva. Para el que desee más información le remito a la página web http://www.sanisidorodeleon.net/ y, aún mejor, que lo visite, no sabéis como merece la pena.

lunes, 15 de marzo de 2010

Los afluentes del Tuerto. Entre río y río me he metido en un charco

Tengo un gran interés por conocer las claves etimológicas que le dan nombre al río Valimbre y de las que, sin embargo, no localizo referencia alguna. No han faltado referencias a Turienzo, Turgentium o Escamut, otros nombres de este rio. Gran misterio está siendo para mí este Valimbre…...

Planeaba que un monográfico sobre este afluente del río Tuerto fuese el colofón a esta serie de tres entradas sobre el río. Sin embargo me pareció deshonesto dedicar una parrafada completa al río Valimbre sin enumerar, al menos, algún que otro afluente más. Por ello y por tener una visión más general me propuse identificar los diferentes afluentes y explicar aquellos cuyos nombres me trajesen información relativa a la comarca, a las gentes o a las tradiciones. Con este objetivo fueron apareciendo el arroyo “El Peregrin” inicio de esta historia, arroyo “de la Cachera”, arroyo “del Rebiján” y arroyo “del Reflejo”, todos ellos en las primeras fases. Arroyo “del Quimadiello”, arroyo “del Tuentecorro”, río “Venamieriel”, arroyo “del Sanguinal”, arroyo “Trabazas”, arroyo “del Valle del Grillo”, arroyo de “Xandillamas”, arroyo del “Valle Espino”, arroyo “de Beldeo”, arroyo “de Valdevaliente” y cada nombre lleva aparejada una historia diferente.

Pero he aquí que aún seguía sin encontrar el sentido al río Valimbre y ya llevaba escritas siete entradas con los restantes. Ya estaba metido hasta los corvejones en este charco que yo sólo me había fabricado y no paraba de ver como el texto seguía creciendo.

En este punto intuyo que la publicación literal de lo recopilado además de extensa, aburriría al más pintado. Y lo cierto es que, ya está el año de aguas como para formar un lodazal nuevo, es por ello que a grandes males, que no son tales sino ríos, grandes soluciones. Tras tres semanas de descenso abandono la serie de los ríos dejando solamente los documentos que para identificar arroyos me he fabricado, de esta forma queda para ser consultado un mapa orográfico del río Tuerto con sus afluentes y los afluentes de sus afluentes además de un documento esquemático de los mismos que incorpora, también, anotaciones sobre las poblaciones a la corriente del río, ríos o arroyos. Tiempo habrá, con menos corriente, de vadearlos. Llega el tiempo de un cambio de Tercio. En la siguiente entrada nos veremos con otro tema muy diferente.

En los Altos de Cogorderos, corría el verano de 1.811, las tropas francesas dominaban la península Ibérica tras la invasión “pacífica” y la subida al trono de José Bonaparte.

En nuestros pagos, el General Santocildes al mando del Sexto ejército intentaba poner coto a la ocupación. En este caso se enfrentan, el general Francisco Taboada con la 2ª Sección (brigada al mando del coronel Manuel Mascareñas Sardías) de su 2ª División, y el auxilio de la brigada volante asturiana de Federico Castañón contra la potente brigada francesa del general Jean-André Valletaux (compuesta por tres batallones del regimiento 122º y dos del 119º de línea, con 50 cazadores a caballo).

El general francés se lanza al ataque, las guerrillas y la infantería ligera local intentarán entorpecer su avance. Las tropas francesas, más especializadas, van doblegando poco a poco la resistencia de las tropas españolas. Fajándose de duro se tirararán más de 6 horas de confusos combates en que, pese a la superioridad del enemigo se lucha y se muere como jabatos y, para más "inri", está anocheciendo.

Quienes se dejaban las entrañas y la vida no lo sabían, pero por otro lado, conocedores de la inferioridad en la que se encontraban sus compañeros, el coronel Méndez de Vigo y sus tres batallones del regimiento de Oviedo llevan varias horas a marchas forzadas para poder llegar a tiempo de auxiliar a las tropas que combaten. Cuando llegan al campo de batalla no hay alternativa, sin recuperar el resuello, calan bayonetas y cargan contra los franceses. En la primera carga, al ser cogidos por sorpresa, cae abatida la brigada de Valletaux, incluso el mismo Brigadier gabacho muere en la refriega. Los franceses comienzan a retirarse. En ese momento en el campo de batalla se escuchó el toque “a degüello” de la caballería española, iniciándose entonces una persecución en la cual como relatarían después; caían los franceses bajo las armas españolas “matándoles como gusanos” allí donde les alcanzaban. 500 soldados de las tropas francesas con muchos oficiales dejaron su vida en estas tierras a la par que muchos conciudadanos.

Esta acción interrumpiría la marcha de las tropas francesas hacia Badajoz con lo que se favoreció la estrategia de los generales Wellinton y Castaños. Como dice un refrán de molineros “El que está en la aceña muele, no el que va y viene”.

En anteriores ocasiones me he encontrado con la imposibilidad de añadir la música que habría seleccionado por no encontrar referencia de calidad en YouTube. No es el caso de esta chelista, Caroline LaVelle que ha grabado este tema “comercial” de un tema popular irlandés. El vídeo no hace honor a la versión del mismo ni a la calidad de la intérprete, así que nos olvidamos de la escenografía y nos centramos en la música el tema se llama "Moorlough Shore" (la orilla Moorlough). Leyenda de amores y desamores, de partidas y de difíciles reencuentros. Si a alguien le interesa el tema puedo recomendar también la versión de Sidney O´connor titulada “The foggy drew (el rumor de la niebla)”.


Quizás no venga mucho al caso, o tal vez si, pero ya sea porque es de San Justo, por ser pariente de mi parienta, por haber sido mi profesor en el instituto, o por ser un pintor de referencia, traigo aquí un carboncillo de Sendo sobre la lucha leonesa que sustituye, porque que no dispongo del que buscaba, a otro carboncillo que yo mismo le vi bosquejar en el que aparecía la azucarera de Veguellina sobre un cuerpo desnudo de mujer, expresión de la fertilidad de la Vega sobre la que florece la industria de transformación. La conexión de Río, de la Vega con sus frutos y consecuencias y con un pintor a la corriente del Tuerto son una excusa más que suficiente para incluirlo en esta entrada.