lunes, 17 de mayo de 2010

Del origen de la rogativa del Castro

Rastrear en los orígenes de las tradiciones populares resulta tan infructuoso como bucear en nuestra propia memoria. Los conceptos, las razones, los hechos, los modificamos, los adornamos, los cambiamos para que, al final, parezcan lo que queremos que parezcan, por eso la historia, al igual que la memoria, sea histórica o no, es tan falsa, o tan rica como quién la narra y quién la lee.

Con esta premisa, si ya es complicado llegar a conclusiones más o menos realistas con un hecho histórico, mucho más cuando en una sola tradición se funden dos diferentes con sus propios desarrollos y sus propios orígenes, cuanto más si apenas existen escritos que las avalen. Me refiero a la tradición del Castro y a la de los pendones. Nada hay que nos haga pensar que iniciaron su existencia a la vez, lo más probable es que no haya sido así. En este caso, lo que nos ocupa es el origen del Castro, en otro momento nos referiremos al de los pendones.

No es el objetivo de este blog entrar en suposiciones sin embargo, en este caso, romperé el propósito, adelantando algunos datos que expondré más detalladamente en la página web “La Zaya de Carral y Villar” cuando finalice esta serie de entradas sobre los pendones y El Castro.


Son de sobra conocidas tradiciones de origen prerrománico (celtas y no tan celtas) que han llegado hasta nuestros días “disfrazadas”. Es de todos conocido el tesón que la Iglesia católica puso en “cristianizar” los símbolos y tradiciones que no pudo o no quiso (tal parece ser el caso de San Patricio en Irlanda) eliminar. Como, además, la Iglesia que, en aquel preciso momento, eran los depositarios y conservadores del saber escrito, bajo el criterio de alguno de sus miembros, cercenó o eliminó la documentación que no resultaba conveniente para sus intereses. Esto último lo ha hecho la Iglesia y lo ha hecho todo el mundo desde siempre, no ha habido excepción; “la historia la escriben los vencedores”. Es más, quizás haya que agradecerles que determinadas tradiciones o saberes locales hayan llegado hasta nuestros días bajo su pátina. Me apunto a la opinión de que la devoción de Castrotierra es una de ellas.

No debe de ser entonces una casualidad que la historia proponga como iniciación de la tradición a un Santo Toribio que, además de Obispo de Astorga, fue famoso en su persecución de la herejía Priscilianista, tendencia de gran arraigo en la zona de influencia del Castro.

Esta historia cuenta que Santo Toribio, fue nombrado Obispo de la ciudad de Astorga en el año 448 de nuestra era. Según la tradición, dentro de la sede, se granjea como enemigo al arcediano Rogato, personaje oscuro, que hace un uso abusivo de sus atribuciones dentro de la diócesis, no en vano uno debía tratar a las almas y este último a las economías. Tras seis años de conflictos, enfrentamientos soterrados y celos, el archidiácono encuentra un resquicio en la intachable conducta del santo y, aprovechando unas acciones dudosas del Obispo, le denuncia ante la curia. Las acusaciones son de tal calibre y tan obvias que, con el fin de evitar la deshonra, obligan a Toribio a someterse al juicio de Dios, una ordalía. Deberá sostener en sus manos carbones incandescentes y Dios, si es inocente, le librará de todo daño.

Ya llega el día señalado y el Obispo Toribio se inviste de su dignidad eclesiástica para asistir a su prueba de fuego, nunca mejor dicho. Sus correligionarios le esperan con un gran incensario prendido y bendecido. El sacristán coge una tenaza y con ella recoge del incensario una brasa al rojo vivo que deposita sobre el encaje del roquete del ministro. Para sorpresa de los presentes, no arde. Coge otra nueva brasa y la deposita sobre su mano derecha hecha cuenco para sostener el tizón encendido. Su piel no llegará ni a chamuscarse.

Todos los presentes se felicitan y lo felicitan, incluso aquellos que han conspirado con el archidiácono en su contra. El es consciente que tiene la confianza del pueblo llano que le apoya en contra de quién le ha acusado, sin embargo Rogato ha tejido una red de amistades y favorecidos en la curia y en la oligarquía Astorgana que han hecho de su ministerio un auténtico suplicio. En contra de las peticiones de los fieles decide abandonar la sede episcopal.

En lo alto de la torca de San Justo, se para, y observa su ciudad y los pueblos de alrededor. No le queda más opción que seguir. De esta tierra no se llevará ni el polvo de sus zapatos.


Tras la marcha del Santo, una gran sequía se abate sobre la comarca a la que no abandonará durante un largo periodo de siete años en los que los niños neonatos morían ante la imposibilidad de ser amamantados por sus madres. En los concejos se proponían todo tipo de soluciones, pero el agua no quería caer y la situación era insostenible. Las voces que claman por la vuelta del Santo Varón se multiplican a la vez que lo hacen en contra del arcediano Rogato, a quién culpan del castigo divino. Finalmente nombran a ocho hombres buenos, uno por cada uno de los ocho lugares de Astorga, los cuales reciben el encargo de buscarle y pedirle consejo.

El Santo que volvía de las Galias es localizado en Palencia. Recibirá entusiasmado la delegación de sus paisanos. La alegría por el encuentro se torna pesar al conocer que el hambre y la penuria se ha instalado en la tierra que lo vio nacer. El Obispo se recogerá esa noche abatido por las malas nuevas que le han traído. No sabemos si en el sueño se le apareció la virgen, lo que es cierto es que a primera hora de la mañana pide volver a entrevistarse con sus conciudadanos; –Nada puedo hacer yo directamente por vosotros,- dicen que contestó el Santo – pero os diré que habréis de hacer para que la gracia del Señor vuelva a nuestra tierra. Encaminaos de inmediato a Astorga; a unas tres leguas escasas de allí se encuentra la milagrosa imagen de la Virgen del Castro; llevadla en procesión a la catedral y tenedla allí en solemne novenario. Si tal hiciereis, la lluvia fecundará de nuevo vuestros campos, y siempre que os encontréis en apuros de sequía, peste u otras calamidades, acudid a la Virgen y seréis remediados.-



Nunca aquellas gentes olvidarían la providencial ayuda prestada por esta sencilla imagen y siempre que alguna desgracia se cebaba con su tierra, acudían pidiendo ayuda a su ya, desde entonces, protectora, encontrando siempre el alivio que solicitaban.


 
Ya dice el refrán de estos pueblos; “Cual es la campana, tal la badajada”.


Ensemble Organum es un grupo fundado por Marcel Péres en Francia. Está especializado en música previa y del entorno del gregoriano. Su trabajo más reciente se ha centrado en el canto Mozárabe del siglo XVI en España. En este documento incluyo la invocación sacerdotal de introducción a la misa grabada en la Catedral de Toledo.


En la parte alta del valle del silencio en la zona de la Valdueza, a algo menos de 20 Km. de Ponferrada se encuentra Peñalva de Santiago. Este pueblo tiene una joya de la arquitectura mozárabe; la iglesia que, bajo la advocación del apóstol Santiago, se remató en el año 937. En realidad el pueblo entero es una joya y el Valle del Silencio otra más, aunque esta, de la naturaleza.


No hay comentarios: