martes, 11 de mayo de 2010

Este pendón irá al Castro....

Si hay un evento de relevante importancia para los que nos gusta esto de los pendones este es, sin ningún género de dudas, El Castro.

 
Se trata de salir acompañando a la Virgen de Castrotierra en su desplazamiento hacia Astorga, en una primera parte, y desde Astorga a Castrotierra, en la conclusión tras celebrar un novenario en la catedral. Es importante indicar que la subida implica cena tras el esfuerzo y, la bajada, un buen desayuno con callos y comida de campo en el teso del Castro, que todo ayuda.
 
Muchos han tratado de desvelar los motivos y orígenes de esta tradición que, arraigada como pocas en esta tierra, provoca que no menos de una treintena de pendones, en ocasiones se han acercado a la centena, acompañados de toda una liturgia muy especial. De todos los artículos que he leído sobre este punto recomiendo éste, que podéis visitar pinchando sobre este enlace; pendones para la diosa de la lluvia, un artículo de Tomás Álvarez.

De mis años de infante, en mi memoria se anclan tres recuerdos principales relacionados con el Castro. En el primer caso debo rondar los 5 años, estoy con mi padre en El Castro esperando al pendón de Barrientos con el que viene, como es lógico, mi tío Toño. Recuerdo observar cómo llegan los diferentes pendones al calor del vino y celebrando la arribada. El segundo, quizás un año más tarde, también con mi padre, asistimos a la salida de la virgen por los alrededores de la ermita. En algún momento se pone a diluviar. Mi padre, para evitar que acabe como una sopa, me mete bajo las andas de la virgen hasta llegar a la ermita. Una vez allí y ante la gran demanda de cobertura por parte de los asistentes, debe protegerme, a mí y a una mujeruca que las estaba pasando canutas, de los embates de la marea humana que pugnaba por resguardarse de la tromba de agua. En el tercer caso, la escuela de D. Tirso había cerrado a medio día por el hecho en sí mismo y con Jose (el de Flores) nos vamos por el camino de Riego a esperar la comitiva en el monte. Desde allí la acompañamos hasta Castrillo, o eso creo, y de ahí nos recoge mi padre y a esperarla a Astorga. En este caso podríamos rondar los 7 años.

De esta comitiva, de su convocatoria, un tanto singular, y del porqué de la misma, muchos hablan y muchos hierran y yo no sé en qué grupo he de ponerme. He oído de todo, que si sale cada 4 o cada 7 años y, además, en los años en que se vota. Que si el hecho de votarse inicia un nuevo intervalo o no… Hay razones y habladurías para todos los gustos. En este caso, la verdad cierta es la que aparece reflejada en los estatutos de los procuradores de la Virgen del Castro que rezan así “…Cuando una importante necesidad de peste, guerra o sequía cause graves daños en la comarca y los fieles acuden confiados a la Santísima Virgen de Castrotierra deseando exteriorizar su devoción filial y ardientes súplicas en una solemne rogativa, los Procuradores de la Tierra y Presidentes de las Juntas Vecinales de los Quartos y Alfozes de la antigua jurisdicción de Astorga, siguiendo la venerada tradición, se reunirán para deliberar sobre la necesidad de la rogativa ….” En resumen, quitando el polvo eclesiástico, sale sólo cuando la votan.
 
Y, la pregunta del millón, ¿Como se vota? El proceso concreto de la gestión de la petición y posterior formulación de la rogativa aparece reflejado en el siguiente organigrama. El procedimiento se inicia a petición de un Quarto, normalmente San Justo por el hecho de ser el más poblado;

Fig. Procedimiento estándar de aprobación de rogativa según los estatutos de los procuradores y presidentes de las juntas vecinales de la Jurisdicción de la Virgen de Castrotierra.

En conclusión, el caso es que se convoca al personal por demanda de los vecinos, de los que se hacen lenguas los Procuradores, y son, los Procuradores de la Tierra y los Presidentes de las Juntas Vecinales de los Quartos y Alfozes de la antigua jurisdicción de Astorga, los que, en la casa de la Virgen, en el barrio de Puerta de Rey, apoyados en el valor de la mayoría, aprueban o desestiman la salida, que siempre se hace bajo demanda y no porque haya intervalo alguno fijado. A la asambleas los Quartos ostentan el derecho de envíar al Procurador de la Tierra y al Presidente de la Junta Vecinal. Los Alfozes, que no tienen derecho a nombrar Procurador de la Tierra, envían al Presidente de la Junta Vecinal. De esta forma, los Quartos, los pueblos con derecho a nombrar procuradores son:
  • Nistal de la Vega.
  • San Justo de la Vega.
  • San Román de la Vega.
  • Carneros y Sopeña.
  • Brimeda.
  • Valdeviejas.
  • Murias de Rechivaldo.
  • Castrillo de los Polvazares.
Y los pueblos de Alfoz con derecho a estar presentes en la asamblea representados por los Presidentes de la Junta Vecinal son:
  • Celada de la Vega.
  • Bustos.
  • Piedralba.
Con esta composición de representantes de dichos concejos queda formalizada la asamblea que decidirá sobre la conveniencia o no del asunto.
 
Cada vez que sale la Virgen, siempre se repiten los mismos comentarios, que si el Obispo no está muy de acuerdo (será por el hecho de ser comparsa y no protagonista), que el derecho de pernada que cobra por la estancia de la Virgen en la Catedral es, con mucho, superior a la que cobraría un hotel de 5 estrellas con servicio completo, que la próxima vez si no se atiene a razones se lleva la Virgen a San Andrés….o a San Justo. Siempre ha habido problemas con el Obispado y, parece que, estamos condenados a que siempre los haya. Aún recuerdo un año en que el Obispo Antonio Briva Miravent, famoso por sus puros y wiskies, quiso imponer normas de comportamiento y moralidad a los mozos que, agotados por el esfuerzo y sembrados del fruto de la parra, llegaban a Astorga por delante de la talla. Por suerte su planteamiento no llegó a más.
 
Y, por lo que se sabe, estos problemas vienen de lejos. Ya en el año 1.772, los representantes electos deben acudir al amparo del Rey de España, que por aquel entonces era Carlos III. Monarca que se distinguió por su despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero sin el pueblo), algo parecido al comunismo de finales del siglo pasado. El monarca era famoso por haber expulsado del reino a los Jesuitas y por propugnar por una mayor distribución de la tierra, cuestión lógica si nos damos cuenta de que en esos momentos en nuestra zona un 2% de la población (eclesiásticos) tenían en su poder, algo menos del 14% de las tierras. Vamos, que 1772 no era un momento muy propicio para las clases humildes, la liberación comercial trajo consigo el alza de los precios de los productos básicos, unido a unos años de sequía prolongada. Estos pobres hombres no tenían a quién recurrir y, si la fé en la Virgen ayudaba, mejor algo que nada. Pero hete aquí que la jerarquía eclesiástica, siempre bien alimentada, no opina lo mismo y, sea porque al tal Obispo Juan Manuel Merino Lumbreras o, a sus adláteres no les gusta demasiado esta tradición que se les escapa a su control de forma continuada o, porque querían extraer beneficios económicos complementarios, no permitían la celebración. Ante la falta de contestación a los sucesivos requerimientos, los convocantes deciden acogerse a la protección del monarca que falla a su favor, obligando al citado ministro de Dios a plegar velas y envainársela.

Pero como sea que la semilla del Diablo siempre prende, en 1.803 reinando ya Carlos IV y siendo Obispo de la diócesis de Astorga Francisco Isidoro Gutierrez Vigil, vuelven los pleitos y los procuradores, que mucho control de actas, sesiones y papeles no debían tener, han perdido la Real Provisión y acuden al nuevo Rey demandándole una nueva Carta para que el Obispo “cumpliera lo mandado, no sólo por obediencia sino porque ningún perjuicio se le sigue, pues los gastos no salen del fondo de propio y arbitrios, sino que se pagan voluntariamente por los mismos naturales”. Un poco de mala leche sí que tenían los naturales, a lo que el Consejo contestó;

“Visto por los de nuestro Consejo el citado pedimento; los documentos producidos con él; los antecedentes que motivaron la Real Provisión que se expresa de veinte y dos de Diziembre de mil setezientos setenta y dos; los informes y noticias que tuvimos a bien pedir sobre el asunto, así al Rvdo. Obispo de Astorga; como al Alcalde mayor de aquella Ciudad, y lo expuso con presencia de todo el nuestro Fiscal; por auto de veinte y cinco de Junio próximo se acordó expedir esta nuestra Carta. Por la qual queremos y mandamos, que siempre que se acuerde en Junta general de los Lugares y Tierra de la Ciudad de Astorga, la celebración, procesión y novenario a su costa, de la Imagen titulada de Nuestra Señora del Castro, por falta de agua ú otra necesidad pública, precedidas las Rogativas particulares de los pueblos del Distrito, no se les impida su ejecución por el Muy Reverendo en Cristo Padre Obispo de Astorga, del nuestro Consejo, ni por el Magistrado Secular, concurriendo ambos con sus respectivos auxilios, conforme a los antiguos usos y buenas costumbres: que así es nuestra voluntad. Dada en Madrid a dos de Julio de mil ochocientos y quatro. El Conde de Montarco-D. Antonio Villanueva-D.Bartolomé de Prada y Santander-D.Domingo Fernández de Campomanes-D.Adrián Marcos Martínez.”

Ya lo dice un refrán de la tierra; “La zorra mudará los dientes, más no las mientes”.

La próxima entrada; El pendón irá al Castro. Origen de la tradición.

Una música clásica para variar. Erik Satie (Honfleur 1866- París 1925). Un personaje transgresor y excéntrico que llega a la composición ¿clásica? después de haberse dedicado a la música de cabarét. Buenos principios auguran siempre buenos finales. El hecho de seleccionar una pieza tan delicada como Gymnopédie me viene porque la primera vez que la oí fué en una interpretación de un pianista (Pascal Rogé) que se titulaba “After the rain… (después de la lluvia)” y, en mi caso y en este blog, la lluvia, sugiere El Castro.


Pareja de Satie fue Marie-Clementine Valade (Suzanne Valadon) pintora post impresionista. Abocada a una vida compleja, asidua de ambientes de reputación dudosa, conoció el éxito en la pintura donde se la reconoce por la fuerza de su composición y el uso de colores vibrantes. La obra que aquí traigo no está entre sus más reconocidas. A mí, sin embargo, me resulta tremendamente evocadora. Una pintura para disfrutar; Jarrón con flores frente a una ventana;
 
 

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